lunes, 7 de septiembre de 2009

correspondencia por email: Alex Serrano

Escojo como melancolía el grabado de Durero donde un ángel sentado (si mal no recuerdo) apoya la cabeza entre las manos. Unas esferas, cartabones y herramientas para el cálculo geométrico presiden el primer plano.
La melancolía es la tristeza asociada a la imperfección o mejor dicho el anhelo de una perfección que nunca podrá obtenerse. Así pues el melancólico es aquel que ante el pavor de no poder obtener la perfección se rinde antes de acometer la tarea. Y es esto lo precioso del melancólico. Siempre estará sumido en ella, abatido a priori, aparentemente inactivo aunque por el contrario no deje de lastimarse por lo no obtenido y es este estado el que aún más lo sume en el. La melancolía por tanto es un movimiento espiral concéntrico y descendente.
En el grabado de Durero los aparatos de medición simbolizan aquello perfecto en la matemática, la pureza conceptual que la fisis del melancólico no puede obtener. El melancólico es el bodegón, la naturaleza muerta, la calavera finita, caduca y mortal. Recuerda que el origen del bodegón procede de la pintura icónica medieval donde en una representación de tema secular (no habían otras) un trozo de carne, unas frutas o un cráneo en  una de las esquinas simboliza lo frugal y caduco de la vida frente a lo eterno de la vida después de la muerte y la unicidad de Dios.
La melancolía y por ende el melancólico es este trozo de carne, esta fruta este cráneo que desea ser eterno pero que consciente de su condición efímera no lucha por escapar de ella. El  hombre vital en cambio aún y consciente de su efimeridad lucha en cada momento por obtener su satisfacción ligada a lo terrenal sin prestar importancia al hecho de que su vida no puede ser más (dado que así es la condición del hecho vital) más que imperfección, insatisfacción y  pérdida.
No se si te he respondido. Puede ser que pretendieses algo más personal o relacionado con lo vivencial…. Dime a ver

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